jueves, 8 de enero de 2015

Mantener la pasión al envejecer

Tengo 71 años y les contaré qué siento al ver mis arrugas frente al espejo y ver que se me han caído algunas cosas y no las puedo encontrar. Yo pretendo vivir apasionadamente. La sociedad decide cuándo somos viejos alrededor de los 65, pero en realidad empezamos a envejecer al nacer. Estamos envejeciendo ahora, y todos lo experimentamos de manera diferente. Nos sentimos más jóvenes que nuestra edad real, porque el espíritu nunca envejece. Es una cuestión de actitud y salud. He perdido en las últimas décadas personas, lugares y la energía ilimitada de mi juventud, y estoy empezando a perder independencia, y eso me asusta. Ram Dass dice que la dependencia hiere, pero si uno la acepta, hay menos sufrimiento. 
He ganado libertad. ya no tengo que demostrar nada. No estoy atrapada en la idea de quién fui, de quién quiero ser, o qué esperan los demás que sea. Le sigo diciendo a mi superyó, que retroceda y me deje disfrutar lo que todavía tengo. Mi cuerpo puede estar cayendo a pedazos, pero mi cerebro no, todavía. Me siento más liviana. No siento rencor, ambición, vanidad, ninguno de los pecados capitales que ni siquiera valen la pena. Es genial soltar. Debería haber empezado antes. También me siento más liviana porque no tengo miedo de ser vulnerable. Ya no lo veo como una debilidad. He ganado espiritualidad. Soy consciente de que antes, la muerte estaba en el barrio. Ahora, está al lado, o en mi casa. Trato de vivir a conciencia y estar presente en el momento. 
Entonces, ¿cómo mantener la pasión? He estado entrenando desde hace algún tiempo, y cuando me siento monótona y aburrida, finjo. Actitud, actitud. Entreno diciendo sí a lo que venga: drama, comedia, tragedia, amor, odio, pérdidas. Diciendo sí a la vida. Y entreno tratando de mantener el amor. No siempre funciona, pero no pueden culparme por intentarlo.

Extracto de Charla de Isabel Allende en TED (Marzo-2014) [Ver video]



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1 comentario:

  1. Hola Manolo, cuanto me alegra ver que estas de nuevo entre nosotros para hacernos pensar y madurar con tus reflexiones. Sabes que no está nada mal esta síntesis de la charla consigo misma de Isabel Allende es profunda, y sobre todo nos hace pensar sobre la vida en general y en la vejez en particular. No he podido remediar el acordarme de mi abuelo, que por cierto se llamaba Manolo como tú, pues bien, recuerdo que cuando era niña siempre me decía que las personas que creen saber la edad de los demás eran unas ilusas ya que tan solo ven la envoltura (que como cualquier bonito regalo, con el uso se estropea) pues la verdadera edad está en el corazón; antes no lo entendía pero hoy no puedo estar más de acuerdo con su filosofía de andar por casa (como yo la denomino) qué quizás no es muy ortodoxa pero si acertada.
    Gracias por compartir esos momentos de lectura personal acompañada de esas impresionantes fotografías (me quedo con las dos últimas) una por original y la otra por la expresividad del individuo que has sabido captar en su mirada.
    Un cordial saludo amigo.

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