El Picante, que entonces
tenía doce años, estaba enamorado de la Rosarito, y como no sabía lo que hacer
fue en busca de su primo Arrorro, que hacía un mes que había vuelto de la mili
y era un experto en amores.
- ¡A las mujeres se las
conquista con flores! -nos dijo el Arrorro.
- ¿Qué flores?
- ¡Las que sea! ¡Pero las
mejores son las rosas y los claveles!
Así que aquella misma tarde
el Picante cortó todos los claveles de una maceta que su madre tenía en el
patio y me mandó llevarlos a la Rosarito de su parte.
- ¿De quién son las flores?
-me dijo cuando me vio llegar.
- Son del Picante.
- ¡Pues se las llevas otra
vez al Picante y le dices que me deje en paz!
- ¡Es que te quiere!
- ¡Anda… anda…! ¡Y dile que
se limpie los mocos!
Luego, analizando la
situación, el Picante y yo coincidimos en que la Rosarito era muy mayor para
él. Había cumplido ya los dieciocho años…
Texto: Antonio Monleón
Y es que a esas edades la distancia entre años parece insalvable; después, en otra étapa, es como si fuera menos.
ResponderEliminarUna fotografías llenas de exhuberancia y vida...Preciosa, Manuel.
Precioas!!! Me gusta mucho el tratamiento de la primera y la ultima con esa suavidad tan bonita y esas tonalidades.
ResponderEliminarEl texto les va que ni pintado
Un abrazo
BelenRamon
Me encanta la nitidez y los bellos colores de estas macros, amigo
ResponderEliminarUn abrazo
Me gusta mucho la historia y la magnífica edición de tus fotografias.los claveles rojos y blancos me encantan.
ResponderEliminarUn abrazo