Nada hay que simbolice más la derrota y el fracaso, el cansancio y la debilidad, lo efímero y lo perecedero, que un árbol caído y roto por el temporal y el paso del tiempo. Diariamente, se nos están cayendo árboles por el camino de nuestra vida, que impiden y complican nuestro avance, pero que tenemos que ir sorteando de la mejor manera posible para continuar y seguir adelante.
Las frustraciones, los desengaños y los desalientos son siempre inevitables. Son momentos amargos e imprescindibles con los que hemos de convivir continuamente. Nos hacen sufrir, llorar y estar tristes. Nos impulsan a reaccionar para solucionar nuestros problemas y alcanzar cierto grado de satisfacción personal. Y sobre todo, al enfrentarnos a ellos, consiguen hacernos sentir que estamos vivos.Aunque, lo realmente cierto, es que en función de la cantidad y magnitud de dificultades que se nos presentan, y de cómo las afrontamos, se determina en gran medida, el rumbo de lo que somos y de lo que vamos a conseguir ser.
Texto: Manolo Torres
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Muy buenas Imágenes y una buena Reflexión que nos haces llegar con esta enorme Entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Precioso!
ResponderEliminarExcelente!!! tanto als fotografías como tus reflexiones.
ResponderEliminarUn abrazo
Excelentes imagenes de naturaleza, amigo, acompañadas de unas sabias reflexiones
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, como siempre buena reflexión, muy acertado el ejemplo, ya que bien es cierto que hay personas que a pesar de los muchos troncos caídos en su vida, la adversidad les hace tener la fuerza de un frondoso bosque de robles o sabinas a lo largo de su vida.
ResponderEliminar¡Maravillosas imágenes! en particular la segunda el B N le da más profundidad al texto.
Recibe un cordial saludo desde Barcelona.