jueves, 27 de diciembre de 2012

En el ocaso de la vida

Viendo algunas fotografías de anocheceres de especial atractivo, pensé que muchas veces sucede lo mismo con la visión que tenemos de nuestras personas mayores más queridas. Cuando en el ocaso de su vida, nos muestran la imagen más bella y auténtica de su personalidad, dejando escapar un brillo especial, que no fuimos capaces de captar antes. Un brillo que mezcla fuertes dosis de serenidad y de experiencia de haber vivido, con un torrente de bondad, amor y cariño desinteresado. 
La vejez es una etapa con muchas sombras y que suele resultar penosa de sobrellevar, pero las luces con las que nos encontramos, son de una intensidad y de un valor incalculable, adquiriendo un carácter diferente y entrañable. Y dejando a su alrededor, una huella imborrable, muy difícil de olvidar por mucho que pase el tiempo.
Personalmente creo que es una suerte inmensa, haber convivido o estar conviviendo con personas que, en sus últimos días, han conseguido llenar su vida de calor y humanidad. Que al transmitirlo a los demás, nos hacen disfrutar y saborear con intensidad, cada uno de esos momentos.
Texto: Manolo Torres








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3 comentarios:

  1. Es una maravilla poder dialogar con las personas mayores. Se hace visible su experiencia y su serenidad ante los avatares de la Vida. Son como niños grandes, pero llenos de lecciones que debemos aprender y entender para transmitírselo a generaciones Posteriores.
    Las Imágenes, como siempre, espectaculares.
    Un abrazo.

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  2. Hola Manolo, que acertada reflexión, me uno a ella, estos días he podido reflexionar sobre este tema ya que por desgracia he pasado muchas noches en un hospital cuidando a mi padre sabiendo su final inminente, han sido dos semanas que las considero un regalo ya que he podido disfrutar de su compañía sabiendo que no lo tendría más y ello me ha colmado de paz y una extraña sensación, difícil de explicar algo así como una despedida pausada llena de pequeños gestos y miradas que me acompañaran el resto de mis días, supongo que con el tiempo el dolor se mitiga ya que la naturaleza es sabia.
    Como siempre acertadas reflexiones y las imágenes preciosas.
    Un cordial saludo.

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    1. Hola Manolo...
      Que hermoso lo que has escrito con muchas palabras sabias, me han llegado al alma, y que últimamente todo eso lo pude disfrutar con un gran amiguito que tenía con 97 años, que me ha dejado una gran enseñanza para mi etapa de vejez, que ya casi comieza...de esa misma manera deseo aprender a dejarles a mis hijos y nietos toda la sabiduria que a través de mi vida con la ayuda de Dios he podido aprender a vivr...y que mis padres dejaron huella en mí...un abrazo desde Costa Rica...Isabel

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