Al finalizar algo, se suele hacer un balance que valore lo realizado y sus resultados. En el caso del año que termina, este balance es marcadamente negativo, aunque todavía es pronto para apreciar la verdadera magnitud de lo que hemos perdido, porque muchas consecuencias vendrán a medio y largo plazo.
Lo peor de todo, es que se está hipotecando nuestro futuro y recortando derechos y prestaciones, sin que haya una auténtica voluntad política de buscar responsabilidades y soluciones justas. Todo se queda en confrontaciones y en acusaciones partidistas e interesadas, que enrarecen y crispan el ambiente, sin que en realidad, se arreglen los verdaderos problemas.
Tan sólo se han sentado en el banquillo cuatro sinvergüenzas muy llamativos, pero de poca monta. A los que al final, se les impartirá una justicia muy suave para cubrir las apariencias. Pero a los auténticos responsables de esta crisis, los que verdaderamente se han llenado los bolsillos con el dinero de otros y que han manejado la situación, nadie les ha puesto rostro, ni nadie los identifica. Son como figuras sin cara, que camufladas entre paraísos fiscales y alta ingeniería financiera, juegan despiadadamente con nuestras vidas y nuestros destinos, considerando solamente sus beneficios.
Texto:
Manolo Torres
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