Mi vecino Fernando se murió de noche mientras dormía. Cuando su mujer despertó se lo encontró muerto a su lado. Al entrar en la casa, estaba Clara sentada junto a la chimenea encogida como un pajarillo.
- ¡Antoñito, no subas a verlo! -me dijo. ¡Es mejor que no lo veas!
Pero yo subí la escalera acompañando a mi madre.
En un ataúd flanqueado por cuatro velones, en medio de una habitación grande y sin muebles, yacía -amarillo, seco y apergaminado- el viejo filósofo que durante algún tiempo me había enseñado a interpretar la vida en su taller de carpintería.
A los cinco días se murió Clara… Cuando mi madre me lo dijo, pensé maravillado que mi vecina no quiso dejar solo a su marido en las hipotéticas bondades del cielo, después de tantos años de soportar juntos las amargas realidades de la tierra…
Hola amigo.
ResponderEliminarUn honor para mi ser la primera persona que escribe un comentario en tu blog.
Me ha extrañado al imagen de la cabecera pero viendo el contenido con el que abres el blog ya me extraña menos. Veo que has dado un giro en tu "paleta" para acercarte al lado humano de la vida.
¿Sabes que te digo? que yo ando precisamente en lo mismo, volviendo a los monotonos para dejar que sea la luz y la sombra las que expliquen la imagen. Así que este trabajo tuyo será una vez más una gran referencia para mi.
Todas tus imágenes rebosan calidad y estas últimas, además, humanidad. Creo que es algo que falta en las mías así que te miraré con ahínco.
Un abrazo.
Que te puedo decir, si tus imágenes lo dicen todo!!!
ResponderEliminarSaludos y buena luz!*
Alfredo
Tus imagenes son todas una maravilla... Las ediciones conducen sin mas al mundo de los sueños...
ResponderEliminarUn abrazo