domingo, 23 de junio de 2013

Marcarnos metas

A veces, suponemos alegremente sobre nuestro futuro, lo pintamos todo de color rosa y nos ilusionamos montando castillos en el aire, idealizando lo que está por llegar como si se tratara de un paisaje de fantasía. Sin tener en cuenta, la dureza a la que nos tendremos que enfrentar, y sin saber si los esfuerzos que podemos realizar, son suficientes para garantizar el éxito. 
Porque es fácil fijarnos objetivos utópicos y poco realistas en nuestra vida. Pero lograrlos, es otra historia. Además, el no alcanzarlos puede llevarnos a un vacío personal que nos frustre y nos cause una sensación de inutilidad y de fracaso.
Sin embargo, resulta evidente que no debemos renunciar a marcarnos metas elevadas, pero evitando caer en la inconsciencia o en lo irrealizable. Y con la mentalidad de que lo importante no es sólo conseguirlas, sino también el luchar por ellas. Porque, aunque posiblemente algunas no se hagan realidad, sí nos van a ayudar a mantener la motivación y el impulso necesario para superarnos, obteniendo unas conquistas personales importantes, que no serían posibles de otro modo.
Texto: Manolo Torres






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miércoles, 19 de junio de 2013

Tender puentes

No hay tarea más hermosa, que dedicarse a tender puentes hacia los hombres y hacia las cosas. Sobre todo, en un tiempo en el que tanto abundan los constructores de barreras y de zanjas. Es muy duro y se hace con mucho sacrificio.
Un puente es fiel a las dos orillas, pero no pertenece a ninguna de ellas. Soporta el peso de todos los que pasan por él, la resistencia, el aguante, y la solidez son sus virtudes. Vive el desagradecimiento, nadie se queda a vivir encima, su tarea posterior es el olvido. Incluso, es lo primero que se bombardea en las guerras, cualquier sitio está lleno de puentes destruidos. 
A pesar de ello, qué gran oficio es ser "puente" entre las gentes, entre las ideas, entre las generaciones. El mundo dejará de ser habitable el día en que haya más constructores de zanjas que de puentes.

Extracto de “Los Puentes” de José Luis Martín Descalzo






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domingo, 16 de junio de 2013

La constancia

Entre las virtudes más dignas de elogiar está la constancia, que tiene el poder de acumular los esfuerzos, que aún siendo suaves e inapreciables, con el tiempo consiguen cambiar las cosas. El ejemplo típico es el agua y el viento, que con el paso de los años, de forma lenta y sin descanso, desgastan y erosionan piedras y terrenos, creando paisajes con aspectos realmente impresionantes y sorprendentes.
Es curioso, pero es una cualidad que cuando causa admiración o conviene a nuestros intereses, la juzgamos positivamente y la ensalzamos denominándola como “constancia” o “perseverancia”. Aunque si nos disgusta o nos perjudica, la desvalorizamos llamándola “tozudez” o “cabezonería”. La diferencia entre ambos términos, es casi siempre una cuestión de apreciación, que varia de una persona a otra, según el momento, o dependiendo de las circunstancias.
Aunque, lo que sí está claro es que resulta difícil ser constante en cualquier aspecto de la vida, y requiere de mucha paciencia. Mantener nuestros esfuerzos incesantemente en la misma dirección sin que nos distraigamos, nos decepcionemos o sin que cambiemos en algún momento de rumbo, se hace complicado. Por eso, para evitar el desaliento en nuestros planteamientos a largo plazo, es importante marcar metas intermedias, con logros más cercanos, que poco a poco nos encaminen y nos animen hacia el objetivo final.
Texto: Manolo Torres




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